domingo, 10 de mayo de 2009

¿EN QUÉ ANDA EL LIBRO?



Aunque en las Escuelas haya planteos pesimistas al respecto, los intelectuales que reflexionan hoy sobre el impacto de los Nuevos Medios casi todos coinciden en que “el libro sobrevivirá”. La afluencia de público y el éxito de venta para las editoriales que logró esta nueva edición de la Feria del Libro porteña parece abonar contundentemente ese supuesto. Un elemento que aporta mucho para alcanzar estos logros en este tipo de evento, es que allí el lector tiene una de las pocas oportunidades de lograr un contacto cara a cara con su autor predilecto; al menos asistiendo a una charla de este para un gran número de personas o logrando luego de hacer una larga cola su autógrafo en el ejemplar adquirido. Aquí hablamos de la centenaria versión del libro en papel impreso, y cuando se piensa en sobrevivencia se incluyen otros soportes conviviendo con aquel formato, pero además nuevos tipos de relaciones entre el autor y el lector así como entre éste y el texto.

Los sistemas informáticos pueden almacenar gran cantidad de datos, y por tanto acopiar textos de algunas centenas de páginas no es un problema para estos. Sí puede ser un inconveniente en la lectura de un texto extenso la excesiva luminosidad de los monitores, aún en sus modelos más actuales. Por esto se han diseñado para los e-books que están llegando al mercado pantallas planas y delgadas como papel, con una tecnología de microesferas de titanio capaces de adquirir variados niveles de grises. A su vez se les agregaron aportes ya aplicados a otros dispositivos en uso. Entonces los encontramos con : pantallas del tamaño de una hoja de libro, pesos de 250 gramos, conexión a Internet, búsqueda en diccionarios, pantalla táctil, función de anotación y hasta con lectura en voz alta. Las nuevas versiones permiten tener almacenados de modo simultáneo 1.500 libros, aunque estos pueden elegirse entre cientos de miles de opciones. No menos impactante es la posibilidad de descarga gratuita de estos ejemplares que ya es posible hacer a celulares, lo que amplía de gran manera la disponibilidad de esos textos, aunque sus pantallas puedan ser limitadas.

Desde la invención de Guttemberg hasta nuestros días, editoriales y librerías han sido protagonistas principales del libro como negocio. Por eso no debe sorprender que hace tres meses se haya presentado el nuevo amazonkindle con muchas de las prestaciones citadas en el párrafo anterior. Su primera versión vendió medio millón de unidades. Descargar cada libro al aparato cuesta unos 40 pesos, casi lo mismo que el promedio de un ejemplar en papel. La librería virtual Amazon tiene una presencia en Internet desde hace años para ofrecer unos 250.000 de estos últimos. Y mas allá de la compra, puede ser un ejercicio aúlico interesante acceder a su web: http://www.amazom.com/ . De cada libro catalogado puede verse: en color su tapa, leerse contratapa y solapa, accederse a índice y capítulo 1, además de tener una reseña del autor. Editoriales como Mac Millan o Penguin no se quedan atrás y ofrecen contenidos para lectura desde teléfonos celulares. En esta carrera también está el inefable Google, que a través de la tecnología Android, permite acceder a siete millones de libros que ya tienen escaneados en las bases de datos del buscador.

Al consolidarse la facilidad técnica de circulación de textos en soportes digitales, era lógico suponer que quienes se verían más afectados serían los autores, víctimas del robo indiscriminado de su producción intelectual. Era posible imaginar ruidosas manifestaciones de ellos en espacios públicos reclamando por sus derechos, al igual que suele verse en esa acción a los guionistas de Hollywood de tanto en tanto. Pero nada de eso ocurrió, y por el contrario surgieron novedosas situaciones. A la ya conocida dificultad de acceso a la primer publicación que pasa por una selección previa por conveniencia de la Editorial, se agregaron quejas de los autores ya publicados. Cuando iban a una librería y preguntaban por los libros de su autoría no los hallaban. Alguien decidía si sus obras eran mejor que estuvieran disponibles en verano que en invierno, en la zona Costera sí pero en el Noroeste no, entre otros detalles no literarios. Ya quienes escriben habían tomado notas de los efectos de los nuevos medios generando propuestas unidireccionales como hipertextos, vínculos a páginas web, o proponiendo lecturas no secuenciales. Porqué no agregar interactividad ahora anticipando capítulos para saber las opiniones de los futuros lectores, establecer contacto directo por e-mail con ellos, o dándole la oportunidad de acceder a la obra completa sin intermediarios para que la lean cuando y donde quieran los que así lo deseen. Se acuñan así conceptos como Copyleft o licencia Creative Commons, que más que palabras que expresan derechos son nuevas formas de creación artística. Un ejemplo donde participan 43 autores y que fue publicado en octubre de 2.008 es: Los piratas son los padres. Historias en los albores de la era digital, un libro "colaborativo" autoeditado por Exgae & Conservas de Barcelona y que se puede descargar en forma gratuita por la red .

Para los nostálgicos de seguir leyendo el libro en papel también habrá aportes tecnológicos. Nuestro conocido Robert K. Logan a sus 70 años, está trabajando en algo de esto dentro del Ontario College of Art and Design (OCAD) y allí en el Strategic Innovation Lab creado dentro de esa reconocida institución. El grupo de Logan está trabajando en el SmartBook, un proyecto que busca poner dentro de los libros tradicionales sistemas RFID para expandir las posibilidades del texto y vincularlo a las redes digitales. Un rosarino estará compartiendo tareas con ese equipo de trabajo, y en breve tendremos su crónica privilegiada para saber en que andan.

En síntesis hay libre disponibilidad de literatura con amplia variedad de títulos y autores. Y mucho más que hace apenas una década. Abundan escritores deseosos de encontrar lectores. Podemos conectarnos con los textos en distintos lugares, en distintos horarios, y además interactuando con ellos; usando distintos soportes. Sólo algo me inquieta: es saber sí en las Escuelas estamos preparados para formar nuevos lectores y estimular nuevos escritores. En el año 2.000 obsequié a una Institución Educativa 4 Cd´s que contenían los textos de 2.000 novelas y obras clásicas. No se usaron ni una sola vez. Mientras, el libro sigue su camino!!

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